Tag Archives: 14 de febrero

14 de febrero

Ahí estaba otra vez. Tenía algunas semanas que no la veía, pero ese día estaba ahí otra vez. Estaba más bella que nunca, y eso ya es mucho decir, es que era bellísima. Sus ojos eran claros, su cabello rizado, pero lo más impresionante era su sonrisa, me engatusaba.

Pensé: “A lo mejor es el momento de acercarme a ella”. La fecha lo ameritaba, tal vez era una señal. El hecho de encontrarla de nuevo después de varios días, coincidir con ella en el mismo vagón y justo en esa fecha. “¡Carajo! Pero hubiera traído una flores para regalarle, no me puedo presentar nada más asi como asi. Bue… no pasa nada” pensé, y decidí seguirla para buscar un puesto de flores y entonces sí, presentarme por fin con ella.

Se bajó del vagón junto con su amiga, yo creo que era amiga de la secundaria por que traían el mismo uniforme. Yo las seguí, no muy de cerca, no quería arruinar la sorpresa. No sé qué platicaban pero seguro era algo chistoso por que nada más reían a carcajadas, y al final de las risas, quedaba su sonrisa, esa sonrisa que me hipnotizaba y me erizaba los pelos. No sabía a dónde iban, yo tenía otras cosas que hacer pero no me importó, las seguí. Cuando me di cuenta ya habíamos llegado a otra línea, su amiga se despidió y se fue en dirección contraria.

Esperamos el tren juntos, bueno, yo mantenía mi distancia pero estábamos en el mismo andén. Yo ya estaba emocionado, por fin me iba a presentar con ella y no sé por qué sentía que me iba a hacer caso. “Llevo varios meses siguiéndote, me llamo Diego y me gustas mucho.” Seguramente me respondería con su sonrisa hipnotizante y platicaríamos largo rato en el andén, luego la llevaría a un parque y terminaríamos besándonos como todos esos chavos que se besan en los parques.

Cuando llegó el tren no se subió, como que estaba esperando a alguien. “¡Me está esperando a mí!” Pero no encontraba las pinches flores, yo quería darle unas flores en nuestro primer encuentro y no hallaba las pinches flores. Ya tenía muchas ganas de presentarme. Corrí a un puestito de esos que están en los pasillos y le compré un juguete, era un pizarroncito mágico, de esos en los que escribes con plumas sin tinta. No eran unas flores pero por lo menos no me iba a presentar con las manos vacías.

Regresé casi corriendo al andén… la encontré besándose con otro.

Me paré de sopetón. Sentí esa punzada fea en la panza, esa que después se convierte en una sensación de vacío, como si te hubieran disparado y te hubieran dejado un hoyo gigantesco a la altura del estómago.

Tardé unos segundos en recuperarme y cuando tuve un poco más de fuerza, seguí avanzando. Tenía que presentarme, tenía que decirle que me gustaba, que llevaba muchos meses viéndola en nuestro andén, tenía que decirle que yo era mejor que ese con el que se besaba. Me acerqué, seguía nervioso y sacado de onda pero me acerqué.

Me coloqué frente a ella, sonreí y le dije “Hola, me llamo Diego y me gustas mucho”, ella se sorprendió, pero no de una buena manera. Yo no podía dejar de verla, la miraba directo a sus ojos, continué: “Llevo varios meses siguiéndote y quiero invitarte al parque”, su cara de sorpresa se transformó en una cara de incertidumbre, no me respondía.

Yo seguía anonadado con su cara, nunca la había visto de tan cerca, le ofrecí el juguete “Toma, te compré este pequeño regalo, quería comprarte unas flores pero no hallé, y no quería llegar con las manos vacías a nuestro primer encuentro”.

Su cara de incertidumbre se transformó más y parecía ya una cara como de miedo “¿Qué tienes? ¿Por qué pones esa cara?” le dije. El chavo, quien seguramente era su novio, reaccionó y se puso justo en el medio de los dos, “Señor, por favor déjela en paz.” me dijo. Yo salí del trance en el que estaba, bajé la mirada y lo ví, era chaparrito el pinche escuincle.

“Andale, vámonos, te invito a Chapultepec, y después nos echamos ahí en un parque”, le dije a ella, no recibí respuesta alguna.

“Señor, por favor váyase”, me volvió a decir el chamaquito.

Ahí la perdí, perdí la cabeza. Me volví loco y aventé al chavo a las vías, el metro iba llegando y lo hizo mierda. Y luego seguí mirándola a ella, le sonreí esperando tener una sonrisa a cambio, esa sonrisa que me engatusaba.

Ella nunca me sonrió, solo se quedó parada, empezó a temblar y a llorar.

Le ofrecí de nuevo el regalo y en ese momento llegaron unos policías, me tiraron al suelo y me esposaron.

¿Y a tí? ¿Por qué te entambaron?

batalla_en_el_cielo_10