Cauce arriba.

-Si hubieras estado diez años sin andar… ¿Hacia dónde caminarías?- preguntó el hombre al muchacho.

El muchacho parecía no tener respuesta a la pregunta. Parecía que esa era una pregunta irrespondible para él. El hombre que se la hizo, anduvo los últimos diez años por decisión propia y escogió sus destinos. El muchacho se quedó pensando mientras todos los que estábamos en la mesa lo mirábamos esperando su respuesta. Tomó un trago de su café y habló.

-Yo vivía en un pueblito chiquitito, donde no pasaba nada más que el río. Yo jugaba en el río, me bañaba en el río, pescaba en el río, comía a la orilla del río y luego volvía a nadar en el río. Mi abuela y mi mamá se turnaban para ir por mí cuando ya casi oscurecía para llevarme a la casa. Si hubiera sido por mí hasta hubiera dormido en el río.

Todos los días desde que amanecía hasta que oscurecía yo estaba en el río. Pero un día, al amanecer, salí corriendo de casa como siempre, hacia el río. Esta vez, el ruido que normalmente se hacía más recio conforme avanzaba, no se escuchó. Y cuando llegué, el río ya no estaba, se había ido, no había ni una gota de agua.

El pueblo se paralizó, durante tres días todos hablaban de que el río se había secado, se preocupaban por sus cosechas y sus pozos. A mí no me preocuaba nada de eso, solo quería saber qué había pasado con el río. Al cuarto día la gente dejó de hablar del tema, pero yo no podía dejar de pensar en el río ¿por qué ya no estaba el río?

Mi abuela me dijo, tal vez para calmarme, que el río se había cansado y no quiso bajar más, y que había decidido quedarse a descansar en algún lugar, río arriba.

Lo que dijo mi abuela me dejó intrigado y durante una semana entera salía corriendo hacia el cauce en cuanto amanecía, y me quedaba todo el día ahí, esperando que regresara. Pensaba que tal vez, el río se estaba tomando unas vacaciones, seguramente era muy cansado viajar tantos kilómetros sin descansar.

Yo miraba al horizonte, quería ver el agua bajando por el cauce… el río no regresó.

Entonces decidí ir a buscarlo yo mismo. Ví a mi madre y a mi abuela por última vez, todavía dormían, era de madrugada. Salí de casa, caminé hasta el cauce del río y desde entonces he caminado río arriba, bueno, cauce arriba.

Diez años he andado y no sé hacia dónde andaría si hubiera estado diez años sin andar.

Supongo que en diez años la vida de uno puede tomar muchos rumbos. Bueno, eso supongo yo, pero lo que digo no es más que eso… una suposición. Supongo que si encuentro al río y lo convenzo de que baje de nuevo… entonces yo fluiré de nuevo… hacia donde el río me lleve.-

Al final, parece que el muchacho sí tenía respuesta a la pregunta.

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Este texto pertenece a la colabración que tengo con Ismael Núñez. Si quieres leer su versión, con el mismo arranque, puedes visitar el blog http://www.ismaeln.es/blog/  De vez en cuando nos ponemos de acuerdo para escribir con un mismo punto de partida y ver qué desarrollos nos salen.

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